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Malos presagios, la última novela de Angélica Bovari
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Sean Biloski, no me mires con esos ojazos que me derrito.

Sean Biloski es un modelo de cuerpo perfecto y mirada inocente, que enciende los sentidos con esos ojazos que tiene.

Ay, madre, que no me mires así, por favooooor, que se me hace agua el chichi

Nació en Thunder Bay, un pequeño pueblo en Canadá, pero a los dieciocho años se trasladó a Toronto para estudiar en la academia de bomberos.

Yo creo que más que apagarlos, este muchacho los provoca...

Aunque su verdadera vocación es ser actor. Estaba buscando una agencia que lo representara, cuando alguien le preguntó si nunca había pensado en ser modelo. Estuvo dos horas hablando con este agente, hasta que lo convenció y accedió a trabajar como modelo.

Menos mal que dijo que sí, o nos hubiéramos perdido intantes como este.

Ha sido portada de revista en muchas publicaciones, en varios países del mundo, aunque todavía no es demasiado famoso... Pero démosle tiempo, porque el muchacho promete. Y mucho.

Y vaya si promete. Yum, yum.

Crucemos los dedos, y esperemos poder verlo pronto en alguna película, seguro que la disfrutaríamos muchísimo, ¿verdad?





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Cerberus, el mejor guardián de nuestros secretos

Cerberus existe.

No es una aplicación que me haya sacado de la manga para poder utilizarla en Malos presagios (aunque no os voy a decir quién la usa, ni por qué. Si queréis saberlo, tendréis que leer la novela), y no me costó mucho decidirme por esta entre todas las que hay de estas características.

Porque hay muchas.

Son aplicaciones que nos ayudan a mantener seguros nuestros móviles, tablets y portátiles, y que hacen que sea más sencillo proteger nuestros datos si alguien nos los roba, algo imprescindible si tenemos en cuenta que muchos de nosotros, en ellos llevamos información bancaria gracias a la cual, pueden meterse en nuestras cuentas y chorizarnos todo el dinero.

¿Quieres tener más información sobre Cerberus, y otras aplicaciones parecidas?

Puedes encontrarla AQUÍ.

Para que después se diga que, leyendo romántica, no se aprende nada...

Esta imagen no viene a cuento, pero me apetecía poner un guapazo para alegrar la vista...



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Las locuras de Mari Tere #4

Cuando carraspeó, reaccioné por fin; me aparté de la puerta y le hice una señal para que entrara. No fui capaz de hablar durante unos segundos, y cuando lo hice, me salió un hilito de voz, como si fuese un tío y alguien me estuviese apretando los huevos.

–Hola, soy Mari Tere. ¿Y tú..?
–Nacho. Encantado de conocerte.

Me ofreció la mano para que se la estrechara, y yo me la quedé mirando sin saber qué tenía que hacer. Completamente idiota. ¡Y pensar que Gerardo me había parecido guapo! Por favor, al lado de Nacho parecía el enano del Señor de los anillos…

No te me ofendas, que tú, guapo, no eres...


–El placer es mío –balbuceé como una idiota. Tuve la extraña sensación de que estaba babeando, y tuve que aguantar la tentación de pasarme la mano por la boca para comprobarlo–. Pasa, pasa. Supongo que eres el que me ha llamado hace media hora…
–Sí, el mismo que viste y calza.
–Por desgracia –musité. Por desgracia, porque ya me lo imaginaba en pelota viva. ¡Qué desperdicio de ropa sobre un cuerpo como este!
–¿Cómo dices?
–No, no. Nada importante. Pasa, te enseño el pisito.

Ayyyyy, Mari Tere, contenteeeeee.


Abrí la puerta de los bajos y lo invité a entrar. 

No es muy grande, pero sí muy cuco. Puse especial empeño en que fuera confortable y agradable. Las paredes están pintadas en tonos pastel, con varios cuadros adornándolas. La puerta de entrada da directamente al salón comedor, decorado en tonos naranja y muebles de pino. La mesa es de cristal con el armazón metálico. Las sillas también son modernas, con respaldo alto y tapizadas en terciopelo anaranjado, exactamente iguales que el sofá. Una televisión plana cuelga de la pared, y tiene insertada un pen con una selección de películas porno de calidad.

Sí, pelis porno. Vamos, que si utilizan el piso de picadero, no voy a ponerles la colección Disney, ¿no?

Aunque algún tarado habrá, que se pondrá palote con Mickey...


El baño es amplio, con una estupenda bañera–jacuzzi para dos en la que se pueden hacer muchas guarreridas.

No se lo dije así, por supuesto, aunque en ese momento, y teniendo en cuenta el tiempo de sequía que yo llevaba, me tuve que aguantar las ganas de ofrecerle probar juntos el jacuzzi. Hubiera sido la leche.

–Es todo muy acogedor –me dijo sonriéndome–. ¿Y el precio?

Le dije mis tarifas, y se sorprendió por lo ajustadas que son, así que cerramos trato, me pagó por adelantado y yo le di las llaves.

–Esto es el mando del garaje, por si prefieres entrar directamente con el coche. El jueves las dejas en el buzón cuando te vayas –le dije al despedirnos. Asintió con la cabeza, y se fue dejándome en el portal admirando su culo mientras se alejaba.

Y vaya culo.

Culo, culo, ¡he dicho culoooooo!


Continuará…
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Elemental, querido Benedict Cumberbatch

De todos los actores del panorama actual, creo que el más versátil y camaleónico es Benedict Cumberbatch.

No te rías, capullín, que es así.
Hace cine, teatro, televisión; y ha encarnado a personajes tan diferentes entre sí como a Sherlock Holmes (en la serie televisiva de la BBC), el Khan de la nueva versión de Star Trek: en la oscuridad (dirigida por J.J. Abrahams) , y próximamente lo veremos como Doctor Strange, dentro del universo Marvel. También le puso voz y movimiento al peligroso dragón Smaug, en la trilogía de El Hobbit.

El sagaz Sherlock Holmes


El peligroso e irreductible Khan
El místico Doctor Strange.


El fogoso Smaug

No es un hombre que podríamos llamar guapo, pero para mí tiene un no sé qué, que me pone mucho. Será morbo, sex appeal, magnetismo animal, o lo que sea.

Quién fuese agüita clara...

¿Y a vosotras? ¿Os mola este actor, o sois de las que pensáis que es feo?






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Las locuras de Mari Tere #3



–Hola, buenos días. La llamo por el piso que tiene en alquiler por horas en la calle Guzmán número 13.
–¡Hola! Sí, buenos días, esa soy yo je, je, je, je. Y, ¿qué día lo necesitaría?
–Pues de momento el martes, el miércoles y el jueves. Los tres días a partir de las siete de la tarde, hasta las dos o tres de la madrugada. ¿Sería posible?
–Un momentito, que consulto con la agenda… A ver… Sí, no habría problema. Esos tres días los tengo libres.
–Estupendo. Pero antes de concretar nada, me gustaría echarle un vistazo para ver si el lugar es lo que necesito.
–Claro, claro, por supuesto. ¿Cuándo querría venir a verlo?
–¿En media hora, le parece bien?
–Me parece perfecto.

Call me, call me on the line. Call me, call me, anytime.


Esta es la primera conversación que tuve con Ignacio, Nacho para los amigos. En aquel momento no lo sabía, pero Nacho es un gigoló. Trabaja para una agencia de acompañantes y, aunque entre sus obligaciones profesionales no está el acostarse con las clientas, se saca un sobresueldo haciendo «favores» a las susodichas que se lo proponen. 

Explicación gráfica de los favores que les hace...



No lo sabía, pero algo me olí cuando se presentó en mi casa. A ver, no nos engañemos, los hombres jóvenes no son precisamente mi «cliente tipo». Estos más bien son todo lo contrario: hombres entrados en años, que peinan canas la mayoría, y que echan una canita al aire con chavalas jóvenes y alocadas, de la profesión más vieja del mundo, o simples interesadas porque los viejales están forrados. Hombres que necesitan un lugar discreto en el que es difícil que se crucen con alguien conocido. Ninguno con amante fija, ya que estos prefieren montarles el pisito propio. ¿Pero chicos jóvenes y guapos? De estos, no había tenido ninguno; hasta Nacho.
Sí, sí, no me mires raro, chica.



Cuando vino a ver el piso, me quedé embobada mirándolo, plantada en la puerta, ocupando todo el espacio y sin dejarlo entrar. Me devolvió la mirada levantando una ceja y dirigiéndome una sonrisa torcida llena de diversión. Carraspeó, y yo volví en mí.

¿Brad Pitt os parece guapo aquí? Pues Nacho lo es más...



Normal que me quedara alelada. Nunca había tenido tan cerca a un hombre tan guapo. Porque Nacho parece una estrella de Hollywood, con ese pelo castaño claro ensortijado, unos ojos verdes que siempre brillan divertidos, unos labios jugosos, y esa perilla que le da un aire entre travieso y formal. Vestía casual, con unos pantalones vaqueros y una camiseta de manga corta negra, sin adornos. Las mangas de la camiseta se aferraban a sus abultados bíceps como si quisieran gritar a todo el mundo «este hombre es mío, zorra». Os juro que creo que oí al algodón hacerlo. Gritar, digo. Me puse muy nerviosa porque hacía años que no le daba ni una calada a un peta, y me sentí como si estuviera completamente puesta de maría, tripis o algo peor.


Por Dios, que el algodón no engaña, pero tampoco habla.


Continuará…
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Un Cosmo, please

Susana, secundaria de lujo en Malos presagios, es modelo y, como tal, sofisticada. Cuando sale de fiesta no puede pedirse una cerveza, o el típico cubata como todo el mundo. No, ella ha de pedir algo que esté a su altura en glamour, y por eso, su bebida favorita es el cosmopolitan.

¡Alegría, alegría!

Pero, ¿sabemos cómo preparar uno? Yo, no, así que me he puesto a buscar y gracias a Google he encontrado este vídeo en el que un profesional nos enseña a preparar la bebida más sexy, erótica y glamourosa del mundo mundial.




¡Que la disfrutéis!





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Las locuras de Mari Tere #2

Al irse Gerardo y dejarme la casa empantanada, la idea de vivir en la tercera planta y alquilar las otras dos, se fue al garete. ¡Era imposible! Y solo con mi sueldo, no me llegaba para pagar la hipoteca en la que me había metido para poder arreglarla; una hipoteca que se suponía que Gerardo iba a ayudarme a pagar, pero que cuando se fue, su intención también se marchó con él. Os juro que me veía viviendo en la calle, tal y como mi abuela había vaticinado en su testamento, y no hay nada que me dé más rabia que darles la razón en algo, a alguien de mi familia; sobre todo, a la vieja asquerosa. (Sí, murió hace años, pero sigo odiándola. Igual algún día os cuento por qué).

Me veía como la Chusa, revolviendo en la basura y asaltando a la gente con una navaja...


En esas estaba, «meditabaja» y «cabizbunda», cuando una compañera de trabajo hizo un comentario que consiguió que sobre mi cabeza apareciera la bombillita de ¡idea! La chica había visto un reportaje sobre gente que alquilaba sus casas por horas, para tener citas en ella, ¡y se sacaban un pastón! ¿Por qué no podía hacer yo lo mismo? Así que, ni corta ni perezosa, puse anuncios por todas partes, en páginas en internet, y en periódicos. Me compré un teléfono de prepago para atender las llamadas y… empecé a ganar dinero.

Al principio era una mierda, porque durante las horas que la alquilaba, me tenía que ir a la calle. Claro, no era plan estar allí mientras mis «alquilados» echaban un pinchito en la habitación de al lado. Además, que la planta baja es pequeña, ya que comparte espacio con el garaje, y la única habitación en la que podía esconderme, era un pequeño despachito que me había hecho, y que medía dos por tres metros.

Menuda claustrofobia.

Para acabar loca perdida. ¡Sacadme de aquíiiii!!!


Así que me iba a la calle, normalmente al cine, hasta que mi casa quedaba vacía. Lo malo, es que a veces me la alquilaban para toda la noche, y me tenía que ir a una pensión de mala muerte a dormir. Por eso me puse manos a la obra y, en cuanto ahorré lo suficiente, arreglé lo básico en la primera planta para poder trasladarme allí.

Ni sé los quilos de palomitas que me metí entre pecho y espalda durante esa época...


Me dio lástima, he de admitirlo. Había hecho de la planta baja un hogar muy confortable, y volver a empezar con paredes desconchadas y muebles recogidos de la basura, pues como que no me apetecía mucho; pero peor era tener que pasar horas en la calle, sin importar si diluviaba.Y tampoco tenía mucho tiempo para ir arreglando el piso con la de horas que pasaba en el trabajo, y en aquel momento me pareció una locura dejarlo, aunque ganaba bastante más dinero con el alquiler, que con mi curro.

Entonces, un día, recibí «la llamada».


 Continuará…

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Un poquito de Reiki, por favor

Nuria, una de los personajes secundarios de Malos presagios y compañera de piso de Daniela, es una devota de todo aquello que tenga que ver con el ocultismo, las medicinas alternativas, y Cuarto Milenio.


Nuria es muy mística en sus creencias.


Una de sus fijaciones, es el Reiki. Pero, ¿qué es el Reiki?

Reiki es una palabra sánscrita que significa REI, energía universal y KI, energía vital.

Es una técnica de canalización y transmisión de energía vital a través de la imposición de manos, que se utiliza para obtener paz y equilibrio en todos los niveles:

  • Físico: mejoría en dolencias, lesiones, metabolismo,etc.
  • Emocional: problemas sentimentales, agresividad, infelicidad, etc.
  • Mental: hábitos dañinos, estrés, insomnio, etc.
  • Espiritual: armonía, paz, equilibrio, etc.

Reiki actúa en profundidad yendo a la raíz del problema físico o emocional, permitiendo que la emoción o el patrón de conducta que ha creado el desequilibrio, se manifieste y sea sanado.

También nos ayuda al crecimiento personal y a la expansión de nuestra conciencia.

La terapia Reiki pueden recibirla todos los seres humanos (adultos sanos, enfermos, embarazadas, niños y bebés), incluso también los animales y las plantas.

Es una terapia complementaria a la medicina convencional y terapias psicológicas reconocida por la Organización mundial de la salud (OMS).

El método Reiki se basa en la creencia hinduista sobre los Chakras, que explicarían los estados de salud de los seres humanos. Según esta creencia, el mal funcionamiento o bloqueo de uno o varios Chakras sería el que provoca o agrava el mal estado de salud dando lugar a enfermedades y trastornos.

A Daniela intentaron limpiarle lo chakras... y ya sabemos cómo acabó.


El reikista actúa como canalizador de la energía universal y su objetivo es re armonizar los planos físico, emocional, mental y espiritual que han enfermado. Ha sido oficialmente reconocido y recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS - WHO) por sus resultados positivos, por ejemplo es altamente recomendable una sesión de Reiki antes y/o después de una operación.

Actualmente existen muchas corrientes de Reiki y en cada una de ellas se enseña de una forma distinta, sin embargo en todas se canaliza la misma Energía Universal, de ello es que estas corrientes de Reiki actúan bajo el mismo principio.



Si te interesa el tema o quieres más información, puedes obtenerla en la página web de Gemma Cazorla, Maestra de Reiki.























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Ryan Guzmán, ¡oh, mi heroe! ¿O es un vecinito muy peligroso?

Descubrí a Ryan Guzmán gracias a la serie Héroes Reborn, y me quedé flipando con este bombonazo.

Muéstrame tus poderes, nene
Deportista nato, jugó a béisbol hasta que se lesionó el hombro, es cinturón negro de Tae-Kwon-Do, y luchador de artes marciales mixtas.

Muy completito, el chico.

Trabajó como modelo en campañas publicitarias para Abercrombie & Fitch, Affliction y Reebok. En el año 2010 se trasladó a vivir a Los Ángeles, y en el 2012 lo eligieron para encarnar a Sean, el protagonista de Step Up 4: Revolution, una película de baile que hizo que su nombre empezara a sonar.

Contigo bailo yo la lambada y lo que se tercie

 También interpretó a Jake en la serie Pretty Little Liars, uno de esos personajes que son secundarios pero que aparecen a menudo.

Ay, Dios, que me muerooooo. ¿No está divino?

La película que tengo muchas ganas de ver, es Obsesión (The boy next door), donde interpreta a Noah Sandborn, un chico que se obsesiona con su vecina de al lado, que además es profesora en el instituto donde está estudiando.







Qué suerte tienen algunas. Ya me gustaría a mí tener un vecinito así obsesionada conmigo... o no.








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Las locuras de Mari Tere #1



Hola. Me llamo Mari Tere y alquilo mi casa a un grupo de gigolós para que traigan aquí a sus citas.
Ouyeah. Qué buenas vistas.


Es una presentación un tanto extraña, ¿verdad? pero mi vida es la que es, y mis ingresos provienen de donde provienen.

No, no soy su madame, ni mucho menos. Cuando vine a vivir a esta casa jamás pensé que acabaría haciendo lo que hago. No es algo de lo que tenga que avergonzarme, oye, que cada quién se dedica a lo que le da la real gana; pero tampoco hablo de ello durante una primera cita porque a los tíos se les abren los ojos como platos y se largan con viento fresco más deprisa que volando. No tengo muy claro qué es lo que se imaginan que hago, ni tampoco es que me preocupe mucho.
¡¡¡Pero a dónde vaaaaaaas!!!


La casa me la dejó mi abuela al morirse. En su testamento dijo, y cito textualmente, «a mi nieta Teresa le dejo la finca de la calle Guzmán número trece, porque es la única manera de evitar que acabe viviendo debajo de un puente». Será asquerosa, la vieja. Vale que a los catorce años ya apuntaba maneras de perdida, pero no es algo que se deba decir de una nieta. Además, si tanto le preocupaba mi futuro, ya podría haberme dejado uno de los pisos de Pedralbes, que la muy puta tenía unos cuantos. Podrida de dinero como estaba, y a mí me deja una casa de más de trescientos años que se caía a pedazos.
Todavía puedo oír sus carcajadas desde la tumba.


Por suerte, al cumplir dieciséis senté cabeza. La culpa de mi redención la tuvo Gerardo, un chaval de diecisiete que hizo que me mojara el chichi por primera vez en mi vida. Me apartó de los vicios y las malas compañías, y estuvimos de novios seis años, hasta los veintidós. Fue con él que me vine a vivir a esta casa a los veinte.

Gerardo era albañil. Bueno, supongo que sigue siéndolo. Lo cierto es que su padre es el dueño de una constructora, y él empezó allí a trabajar como albañil porque su padre decía que la mejor manera de conocer el negocio, era empezar desde abajo. A Gerardo le gustaba, y al principio me ayudó con la rehabilitación de la casa del terror.
Así taladra, así, así, así taladra que yo lo vi.


Es una casa de tres plantas, que data de 1789, de esas que las paredes están hechas de barro, paja y piedras. Creo que cuando se construyó, los ladrillos ni se habían inventado XDDDD pero Gerardo le puso vigas de hormigón, y un amigo suyo nos cambió la instalación eléctrica y la del agua. La idea que teníamos, consistía en separar las tras plantas y hacerlas apartamentos independientes; así podríamos alquilar dos, y vivir nosotros en la tercera. 

La casa nos daba miedo. Sobre todo de que se nos cayera el techo sobre nuestra cabeza
Pero el muy cabrón partió peras conmigo cuando todo el mundo empezó a meternos presión para casarnos. Se estresó, me dijo adiós muy buenas y se largó sin mirar atrás, dejándome con la casa a medio arreglar. 

No es que yo llorara mucho por su marcha. Bueno, vale, no lloré nada. Por aquel entonces ya me había dado cuenta del tipo de tío que era, de esos machistas que se ofenden cuando les dices que lo son. Sí, hombre, esos que claman por la igualdad entre los sexos, pero cuando matan a una mujer, dicen: algo habrá hecho para merecerlo. Al principio, de novios, no me di mucha cuenta; pero al pasar a vivir juntos, la cosa cambió un tanto. Los dos trabajábamos, pero al llegar a casa, él se repantingaba en el sofá y a mí me tocaba hacer la cena, fregar los platos, y poner la lavadora. Así que cuando me dijo que se largaba, le abrí la puerta y la cerré bien rápido en cuanto puso un pie en la calle, por si acaso no fuese a cambiar de idea.
Bye, bye, capullín de alhelí.


Por suerte, cuando Gerardo me dejó, lo más importante y costoso ya estaba hecho, y yo había aprendido lo bastante del oficio como para seguir con la rehabilitación de la casa por mi cuenta. Poco a poco, porque han pasado cinco años y el primer piso, donde estoy viviendo ahora, todavía es un poco… ¿cómo lo diría? un poco mansión Adams.

Continuará…
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